7 de noviembre lunes
Itinerario: Chian Mai-Bangkok
Nos levantamos temprano. Desayuno estupendo en el interior para descubrir después unos bonitos jardines del propio hotel que
eran como un oasis en medio de la ciudad y donde podríamos haber tomado nuestro
desayuno. Pequeño rincón donde tenían
plantas ornamentales y huerta. Pero no teníamos tiempo de disfrutarlo así que
tomamos un tuktuk para, con el mismo criterio que tuvimos ayer, dirigirnos al
templo más alejado, el wat suan dok
fuera de la muralla.
Cuando llegamos había bastante gente, chinos seguramente
por sus rasgos pero rápidamente desaparecieron y con ellos también los tuktuk.
El Wat Suan Dok fue construido en la segunda
mitad del Siglo XIV y actualmente alberga una universidad budista. Literalmente
su nombre se traduce como el Templo del Jardín de las Flores ya que en su día
esta zona era un jardín de flores propiedad de la realeza de Chiang Mai.
Su importancia radica en el espectacular Chedi dorado
de estilo de Sri Lanka y que tiene 48 metros de alto y de los numerosos chedis
blancos más pequeños que conforman un cementerio que alberga las cenizas de
numerosas generaciones de Reyes y gobernadores de Chiang Mai que fueron traídas
aquí por orden de una princesa a principios del Siglo XX.
Como muchos Chedis el origen de la construcción fue
para albergar los restos de Buda. Dice la leyenda que al traerlos a Wat Suan
Dok las cenizas se multiplicaron de manera milagrosa y fue cuando el Rey Kuena
subió parte de ellas a los lomos del Elefante blanco que da lugar a la construcción de Wat Doi Suthep.
Súbitamente desparecieron los turistas chinos y nos
encontramos prácticamente solos paseando en este “bosque de chedis” que en
realidad era un cementerio. No deja de fascinarnos este país, tan tan diferente
a todo lo que conocíamos hasta ahora.
Y en esta tranquilidad pudimos disfrutar de la tierna
estampa de un niño monje rodeado de perros a los que acariciaba. Ya nos dijeron
que es relativamente normal que gran parte de la población masculina haya sido
monje antes ya que en los templos reciben educación gratuita y luego si lo
desean pueden abandonar la vida religiosa, así que es una buena oportunidad de educar a
sus hijos para las familias humildes.
A la salida no
había ningún tuk tuk. Angel haciendo pucheros llamó a Felipe. Le echábamos de
menos. Así que salimos a la calle y paramos un taxi colectivo que accedió a llevarnos a nuestro próximo
destino, el Wat Chedi Luan. Hicimos todo el trayecto solos, contemplando
la ciudad, sus gentes, las motos, los taxis, los peatones, los edificios….y
realmente me pareció cierto lo que lei de que esta ciudad era más auténtica que
Bangkok.
Al bajar subió un monje y después comprobé que me
había dejado los papeles con toda la información de las visitas que nos
quedaban por realizar, las de esta ciudad y nuestro último día en Bangkok, así
que tendríamos que continuar un poco a ciegas.
Una vez dentro del complejo de este templo nos
sorprende que un pequeño edificio prohíbe la entrada a …las mujeres!!!. Tratan
de explicarlo en inglés por “las impurezas de la sangre de la menstruación”. En
todas las religiones se cuecen habas y algunas,¡hasta echan chorizo!. Yo me
encojo de hombros, me resigno y comento que para mi no es, porque estoy
menopaúsica. Le doy la cámara de fotos a Angel para que tome fotografías y
cuando las veo compruebo que su interior
es realmente hermoso.
Accedemos al gran templo donde están los monjes
orando y comprobamos que hay muchos chinos. Del techo de uno de los laterales
cuelgan una especie de tiras coloridas con el horóscopo chino.
En su día el Wat
Chedi Luan (pirámide central muy grande) fue le edificio
más alto de la ciudad con 82 metros y un diámetro de 54 metros, construido en el siglo XIV expandiéndose en
años posteriores. En el siglo XV se
utilizó para albergar la famosa Estatua del Buda Esmeralda , que hoy
está en Bangkok. Pero en el año 1545 un
terremoto destruyó su parte superior y poco después, en el año, 1551 el Buda
Esmeralda se trasladó primero a Laos y luego ya a Bangkok.
Actualmente su altura no llega a los 40 metros. Subiendo
las escaleras del templo, se accede a 4 grandes puertas, una por cada punto
cardinal , en la que podemos ver diferentes estatuas de Buda.
Algunos laterales de la fachada del templo, están
decorados con la mitad del cuerpo de un elefante, animal siempre relacionado
con el pueblo tailandés.
De aquí vamos visitando el resto de los edificios que
tiene este monasterio. En uno nos sorprende una vitrina que contiene a un monje
de tamaño natural pero tan bien hecho, tan completo de detalles, que dudamos de
si está embalsamado o es de cera. Solo sus manos delatan que es una figura de
cera. Se trata del monje Bhuridatto,
venerado desde el siglo XIX.
Paseando por este gran completo vemos el comedor de
los monjes, que ahora son llamados a la comida y entramos en un baño que no me
resisto a fotografiar porque no es el primero: este tiene algo parecido a una
mezcla de taza de wáter y agujero en el suelo –otros baños similares tenían
taza normal- pero tienen un recipiente grande lleno de agua con un cazo con el
que tienes que echar agua después de usarlo. Práctico. Raul, que estuvo un mes
en Bali me dijo que allí los servicios también eran así.
Y de aquí, a ....otro más, el Wat Prat Tao.
En su interior, cuencos para ofrendas, y tiras colgadas del techo con el horóscopo.
El calor aprieta y decidimos ir andando a nuestro
último destino, el mercado waroros del que he leído que es un sitio algo “delirante”.
Decidimos comprar un coco fresco para probarlos. Los venden en puestecillos por
la calle y están recubiertos con su capa
vegetal verde y los tienen metidos en cubos con hielo para que estén frescos.
Cuando se compra, le dan unos golpes en la parte superior con un machete para
introducir una paja por el que se absorbe el líquido, que es un pelín soso.
En nuestro camino damos con otro templo, el Wat
Buppaharm. Su belleza exterior nos invita a entrar.
Al haber perdido la información lo visitamos a ciegas
resultándonos uno de los más bonitos que
vimos en Chiang Mai.
Destacaba su alta pagoda y en ella especialmente el
trabajo de las puertas y ventanas de madera así como la escalera de acceso.
La estructura principal del templo tiene dos pisos y
no coincide con el estilo tradicional Lanna, lo que hace particularmente
especial este templo. En la planta baja hay como una especie de biblioteca con
armarios que albergan antiguos libros sagrados que predican la fe en el budismo
y su filosofía.
El exterior está repleto de figuras de piedra que
forman diferentes animales escondidos entre las plantas que decoran la entrada
y una imagen de buda andando en su entrada nos da la bienvenida al recinto.
La
planta superior, decorada en color rojo, tiene en su interior una gran estatua
de buda sentado de color dorado brillante al cual los tailandeses dirigen sus
plegarias, además fotografías del rey en el altar.
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